Los rocódromos actualmente son unas increíbles instalaciones deportivas donde haces deporte, te lo pasas muy bien y disfrutas de un alto componente social. Tanto es así que la escalada indoor se puede ya contemplar y estudiar como un deporte autónomo e independiente, con muchas más diferencias que similitudes con la escalada en roca.
Analizando los usuarios de los rocódromos, podemos encontrarnos con esta tipología:
- Los usuarios que van a aprender, alumnos de cursos más o menos reglados (tema para otro post, desde luego) que quieren aprender el noble arte de la escalada.
- Los escaladores indoor que no prueban ni probarán la roca, que bien van a socializar y pasárselo bien, o van a intentar realizar los objetivos de encadenamiento de las diversas vías.
- Los escaladores de roca que van al rocódromo a entrenarse, con objetivos o sin ellos.
Los dos primeros usuarios no van a salir del rocódromo, por lo que sus trabajo está limitado por las posibilidades del mismo. Así que vamos a centrarnos en el último grupo, los escaladores de roca que van al rocódromo.
Pongámonos en antecedentes. En cualquier deporte son cuatro las áreas a desarrollar. El trabajo, para ser completo, debe contemplar la parte física, la técnica, la táctica y la mental. Depende de cada deporte, el porcentaje de participación de cada área es diferente. Y en escalada, precisamente, se centra la gran paradoja. Justo entrenamos menos lo que más tenemos que entrenar.
- La parte física se trabaja en el rocódromo muchísimo, prácticamente un 80 % del total de nuestra práctica. Nos dedicamos a escalar vías, a utilizar toda nuestra fuerza, nuestra flexibilidad y nuestra resistencia. Y eso es correcto, por supuesto.
- La parte técnica ya la entrenamos mucho menos, alrededor del 20 % restante. Nos dedicamos solo a intentar encadenar las vías, no a entrenar las técnicas requeridas. Eso es por nuestra propia falta de voluntad para hacerlo, desde luego, pero también influyen el diseño de las vías de escalada, más cercanas al Circo del Sol que a las técnicas necesarias para la escalada en roca. Es decir, los routesetters no crean vías para enseñar, sino solo para escalar. Ya sea por que no saben. no quieren, o simplemente no están de moda. Pero para la enseñanza de la escalada son del todo necesarias.
- La táctica ya ni se huele. No se entrena ni se enseña. Y en la escalada en roca es una faceta del todo necesaria. Ya no solo en las vías de varios largos, donde planificar la táctica es imprescindible, sino incluso también en la escalada deportiva. Visualizar previamente la vía, buscar los posibles reposos, el paso clave…
- Y el trabajo mental ni existe. El trabajo mental en la escalada en roca es la herramienta más importante de todas. La muestra la encontramos en escaladores muy potentes en el rocódromo que bajan muchísimo de rendimiento en la roca.
Y ¿por qué?, me preguntaréis con razón. ¿Qué tiene la escalada en el rocódromo que no sirve para la roca, y que incluso ejerce una influencia claramente negativa? ¿Por qué es tan compleja la transferencia del rocódromo a la escalada en roca?
Vamos a ello. El problema estriba en que en el rocódromo no se exige, y por ende no se trabaja, el trabajo de nuestra cabeza. Y eso se paga muy caro en la roca. La escalada en rocódromo no nos exige que nuestra mente se esfuerce, no tiene que tomar decisiones.
- No hay que buscar presas, no hay que elegir presas, ni para manos ni para pies. Tan solo hay que seguir el color de las mismas. Así que salvo si eres medio cegato, sabes perfectamente qué presa elegir, a dónde tienes que ir. Por lo que tan solo depende si puedes alcanzarla o no, si puedes quedarte en ella o no, y si puedes ejercer fuerza o no. Por esta razón, muchos escaladores, luego en la roca, no saben buscar ni encontrar presas, y tienen dificultades para elegir las adecuadas. Es habitual viéndolos con un canto en la nariz y no verlo.
- Los seguros están tan cerca en los rocódromos (como debe ser y como marca la norma EN de construcción de los mismos), que la caída nunca es un problema. El escalador sabe que la caída siempre será mínima (excepto en manos de un asegurador inexperto o sin prestar atención). Y en cualquier momento de la escalada, en un momento delicado, siempre tendrás a mano una cinta puesta o una presa de otra vía donde ayudarte.
- Los autoaseguradores, tan demandados en los rocódromos, son una herramienta realmente inútil y peligrosa como entrenamiento para escalar en roca. Si tu cabeza se acostumbra a ellos, tu integridad en la roca peligra.
- Una mala costumbre en los rocódromos es que los compañeros del escalador se afanen continuamente en darle al escalador todas las indicaciones necesarias para superar todos los pasos. Esto, que se hace con la mejor de las intenciones, es un profundo error. Al hacerlo, estamos eliminando totalmente la opción de que el escalador pueda descubrir por sí solo las soluciones, por lo que no las está practicando ni aprendiendo. Hay que animarle, sí, pero no descifrar todos los secretos de los pasos. Tiene que aprender a hacerlo y hay que ayudarle, pero nunca decírselo. Además del griterío que se forma cuando todos hablan ala vez en espacios reducidos, nos encontramos con otra consecuencia no deseable. El escalador que soluciona un paso por las insistente indicaciones de sus compañeros se crea en su interior una falsa sensación de autosuficiencia que le limita profundamente en su evolución. Y cuando se encuentre solo en una vía en roca, no sabrá como solucionarlo, ya que no lo tiene entrenado, En muchas ocasiones, ni si quiera lo tiene vivido con anterioridad, con lo que la sensación de desamparo es total.
Así que seamos consciente de las limitaciones que los rocódromos tienen para la escalada en roca y preparémonos para ello. A nivel amateur, los escaladores claramente roqueros bajan su rendimiento en el rocódromo, y al revés. Son exigencias muy diferentes que hay que trabajar. Por eso es tan importante el trabajo mental a la hora de pasarse a la roca. Si quieres mejorar tus resultados, es hora de entrenar menos los antebrazos y más nuestra mente.